martes, 28 de agosto de 2012

El dinero




¿Por qué el dinero ha asumido tan inmensa importancia en nuestra vida?, ¿Acaso dependemos exclusivamente de él para nuestra propia felicidad Psicológica? Todos los seres humanos necesitamos pan, abrigo y refugio; esto se sabe. Pero, ¿por qué es que esto tan natural y sencillo hasta para las aves del cielo, ha asumido importancia y significación tan tremenda y espantosa? El dinero ha asumido tal valor exagerado y desproporcionado porque psicológicamente dependemos de él para nuestro bienestar. El dinero alimenta nuestra vanidad personal, nos da prestigio social, nos brinda los medios de lograr el poder. El dinero ha sido usado por la mente con fines y propósitos totalmente diferentes de los que tiene en sí mismo entre las cuales está cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas. El dinero esta siendo utilizado con propósitos psicológicos; esa es la causa por la cual el dinero ha asumido importancia exagerada y desproporcionada.

Necesitamos dinero para tener pan, abrigo y refugio; esto es obvio. Pero cuando el dinero se convierte en una necesidad psicológica, cuando lo utilizamos con propósitos diversos de los que tiene en sí mismo, cuando dependemos de él para conseguir fama, prestigio, posición social, etc., entonces el dinero asume ante la mente una importancia exagerada y desproporcionada, de aquí se origina la lucha y el conflicto por poseerlo.

Es lógico que tenemos necesidad de conseguir dinero para satisfacer nuestras necesidades físicas (para tener pan, abrigo y refugio) Pero si dependemos del dinero exclusivamente para nuestra propia felicidad y satisfacción personal, entonces somos los seres mas desgraciados de la tierra. Cuando comprendemos profundamente que el dinero sólo tiene por objeto proporcionarnos pan, abrigo y refugio, entonces le ponemos espontáneamente una limitación inteligente; el resultado de esto es que el dinero ya no asume ante nosotros esa importancia tan exagerada que tiene cuando se convierte en una necesidad psicológica.

El dinero en si no es bueno ni malo. Todo depende del uso que hagamos de él. Si lo utilizamos para el bien, es bueno. Si lo utilizamos para el mal, es malo.

Necesitamos comprender a fondo la verdadera naturaleza de la sensación y de la satisfacción, la mente que quiera llegar a comprender la verdad debe estar libre de esas trabas.

Si queremos de verdad libertar al pensamiento de las trabas de la sensación y satisfacción, tenemos que empezar con aquellas sensaciones que son para nosotros más familiares, y establecer allí el adecuado cimiento para la comprensión. Las sensaciones tienen su lugar adecuado y cuando las comprendemos profundamente en todos los niveles de la mente, no asumen la estúpida deformación que ahora tienen. Muchas personas piensan que si todo orden de cosas marchase de acuerdo con el partido político al cual pertenecen, y por el cual luchan siempre, entonces tendríamos un mundo feliz, lleno de abundancia, paz y perfección. Ese es un concepto falso, porque realmente nada de eso puede existir si antes no hemos comprendido individualmente el verdadero significado de las cosas. El ser humano es demasiado pobre internamente y por eso necesita del dinero y de las cosas para su sensación y satisfacción personal. Cuando alguien es pobre internamente busca externamente dinero y cosas para completarse y buscar satisfacción. Es por eso que el dinero y las cosas materiales han tomado un valor desproporcionado y que el ser humano este dispuesto a robar, explotar y mentir a cada instante. A eso se debe la lucha entre el capital y el trabajo, entre patrones y obreros, entre explotadores y explotados, etc.

Son inútiles todos los cambios políticos sin haber comprendido antes nuestra propia pobreza interior. Pueden cambiarse una y otra vez los sistemas económicos, puede alternarse una y otra vez el sistema social, pero si no hemos comprendido profundamente la íntima naturaleza de nuestra pobreza interior, el individuo creará siempre nuevos medios y caminos de obtener satisfacción personal a costa de la paz de otros.

Es urgente comprender profundamente la naturaleza íntima de este MI MISMO, si es que realmente queremos ser ricos internamente. Quien es rico internamente es incapaz de explotar al prójimo, es incapaz de robar y de mentir. Quien es rico internamente está libre de las trabas de la sensación y satisfacción personal. Quien es rico internamente ha hallado la felicidad.

Necesitamos el dinero, es cierto. Pero es necesario comprender profundamente nuestra justa relación con éste. Ni el asceta, ni el avaro codicioso han comprendido jamás cuál es nuestra justa relación con el dinero. No es renunciando al dinero, ni codiciándolo, como podemos llegar a entender nuestra justa relación con éste. Necesitamos comprensión para darnos cuenta inteligentemente de nuestras propias necesidades materiales sin depender desproporcionadamente del dinero.

Cuando comprendemos nuestra justa relación con el dinero, termina de hecho el dolor del desprendimiento, y el sufrimiento espantoso que nos produce la competencia. Debemos aprender a diferenciar entre nuestras necesidades físicas inmediatas y la dependencia psicológicas de las cosas. La dependencia psicológica de las cosas crea la explotación y la esclavitud.

Necesitamos dinero para cubrir nuestras necesidades físicas inmediatas. Desgraciadamente la necesidad se transforma en codicia. El Yo Psicológico, percibiendo su propia vaciedad y miseria, suele darle al dinero y a las cosas un valor distinto al que tiene, un valor exagerado y absurdo. Así es como el Yo quiere enriquecerse externamente ya que internamente es pobre y miserable. El Yo quiere hacerse sentir, deslumbrar al prójimo con las cosas y el dinero. Hoy en día nuestra relación con el dinero se basa en la codicia. Alegamos siempre necesidad, para justificar codicia. La codicia es la causa secreta del odio, y de las brutalidades del mundo. Estas últimas suelen asumir muchas veces aspectos legales. La codicia es la causa de la guerra y de todas las miserias de este mundo. Si queremos acabar con la codicia del mundo, debemos comprender profundamente que ese mundo está dentro de nosotros mismos. Nosotros somos el mundo. La codicia de los demás individuos está dentro de nosotros mismos. Realmente todos los individuos viven dentro de nuestra propia conciencia. La codicia del mundo está dentro del individuo. Sólo acabando con la codicia que llevamos dentro terminará la codicia del mundo. Sólo comprendiendo el proceso complejo de la codicia en todos los niveles de la mente, podemos llegar a experimentar la Gran Realidad.

Samael Aun Weor

martes, 21 de agosto de 2012

Clave SOL




Quien quiera despertar conciencia debe empezar por dividir la atención en tres partes: sujeto, objeto, lugar.

Sujeto: íntima recordación de sí mismo de momento en momento. No olvidarse de sí mismo ante ninguna representación, ante ningún acontecimiento.

Objeto. No identificarse con cosa alguna, con circunstancia alguna, observar sin identificación, sin olvidarse de sí mismo.

Lugar: Preguntarse a sí mismo: ¿Qué lugar es éste?, observar el lugar detalladamente, preguntarse a sí mismo: ¿Porque estoy en este lugar? La división de la atención en tres partes conducirá a los aspirantes hasta el despertar de la conciencia. Querer vivenciar las grandes realidades de los mundos superiores sin haber despertado conciencia aquí y ahora, es marchar por el camino del error.

Samael Aun Weor.

martes, 14 de agosto de 2012

Dioses Mayas




La cultura maya es una serpiente y nos habla del poder de la serpiente. Sólo las civilizaciones serpentinas son verdaderas culturas, verdaderas civilizaciones.

Con lágrimas en los ojos, me arranco el corazón por tener que hablar cosas que no debería hablar, porque esto es como echarle margaritas a los cerdos, pero la pobre humanidad doliente las necesita y me veo en la angustia de decir algo sobre la serpiente voladora.

En el Popol Vuh de los mayas, el ave y la serpiente figuran como creadores sexuales del Universo. Tepeu y Cocumatz envían un gavilán al inmenso mar de la gran vida, para traer la serpiente, con cuya sangre maravillosa amasan el maíz amarillo y blanco. Dice el Popol Vuh que con esta masa de maíz amarillo y blanco, mezclado con la sangre de la serpiente, el dios Quetzalcoatl formó la carne de la gente.

El ave representa al espíritu universal de vida. La serpiente representa al fuego sexual del Tercer Logos. La sangre de la serpiente indica las aguas del Génesis, el gran esperma universal, el Ens Seminis o semen Cristónico, aguas en las que está el germen de toda vida, Estas son la sangre de la Tierra, según el filósofo maya.

La diosa Coatlicue es la madre de la vida y de la muerte (Ens Seminis).

Realmente, el fuego sexual del Tercer Logos hace fecundas las aguas de vida para que surja el universo.

En la teogonía maya, dos dioses intervienen en la creación: uno que da la vida y la forma al hombre, y otro que le da la conciencia. El Tercer Logos hace fecundas las aguas de vida y, cuando éstas han sido fecundadas, interviene el Segundo Logos infundiendo la conciencia en todos los organismos.

Los vehículos de acción de todas las fuerzas Logoicas son los dioses inefables. El gavilán Ch'uuy, el guacamayo MO, el cernícalo X' Cen Cen Bac, el tapir Tzimink Aax y la serpiente Can son los factores básicos de los mitos geogénicos mayas.

Estos símbolos se utilizan esotéricamente y exotéricamente. En el campo exotérico o público simbolizan hechos de tribu, acontecimientos históricos, etc., etc. En el aspecto esotérico o secreto, la cuestión es altamente científica, profundamente filosófica, sublimemente artística y tremendamente religiosa.

Entre los mayas el paraíso terrenal es el Tamoanchan, el sagrado lugar de la serpiente, del pájaro serpiente. Tamoanchas son, de hecho, los iniciados en la serpiente. El mito de los Tamoanchas es el del pájaro serpiente. Los Tamoanchas descienden de los toltecas, olmecas y mayas.

La serpiente emplumada habla claro del pájaro serpiente y es identificada con Quetzalcoatl, el Cristo azteca, quien siempre aparece acompañado del águila y la serpiente. El águila del espíritu y la serpiente de fuego que nos convierten en dioses terriblemente divinos.

El quetzal de los mayas es la serpiente emplumada, el pájaro serpiente.

Samael Aun Weor

jueves, 2 de agosto de 2012

COMPRENDER OBJECIONES




Todo el mundo tiene derecho a emitir sus opiniones, cada cual es libre de decir lo que quiera. Nosotros debemos, sencillamente, escuchar al que está hablando, con respeto. ¿Terminó de hablar? Nos retiramos... Claro, algunos no proceden así, o no procederán en esa forma. Por orgullo dirán: «Yo no me retiro, yo tengo que darle en la torre». He ahí el orgullo supino, intelectualoide si nosotros no eliminamos de si mismos el Yo del Orgullo, es obvio que tampoco lograremos jamás la liberación final.

Lo mejor es que cada cual diga lo que tiene que decir y no le pongamos objeciones, porque cada cual es libre de decir lo que quiera, sencillamente. Pero uno siempre vive poniendo objeciones: se las pone al interlocutor y se las pone a sí mismo también. Claro, esto no significa que no exista el agrado o el desagrado; es obvio que existe. Supongamos que a cualquiera de nosotros se nos pone a limpiar una pocilga, donde viven los cerdos, creo que éste no sería, precisamente, un trabajo muy agradable.

Tendríamos derecho a que nos pareciera agradable, pero una cosa es que no nos parezca agradable tal trabajo y otra cosa muy diferente es que nosotros pongamos objeciones, que empecemos a protestar: «¡Qué porquería ésta, Dios mío; nunca creí que yo fuera a caer tan bajo! ¡Ay de mí, desgraciado de mí etc., etc., limpiando una pocilga de cerdos! ¡En lo que vine a parar!». Bueno, con eso lo único que uno consigue es fortificar completamente, pues los Yoes de la ira, del amor propio, del orgullo, etc.

También está el caso de una persona que, en principio, nos desagrada: «¡Es que me cae tan gorda esa persona...!» Pero una cosa es que nos desagrade, en principio, y otra cosa es que nosotros estemos poniendo objeciones, que estemos protestando contra esa persona: «pero es que tal persona me cae mal, esta persona es un problema, y que estemos buscando subterfugios para apuñalearía, para eliminarla. Con las objeciones. lo único que conseguimos es multiplicar la antipatía en nosotros, robustecer el «yo» del odio, robustecer el «Yo» del egoísmo, el «Yo» de la violencia, del orgullo. etc.

¿Cómo hacer, en este caso, en que una persona no nos es grata? Es que todos debemos conocernos a sí mismos, para ver por qué no nos es grata esa persona. Podría suceder que esa persona esté exhibiendo algunos de los defectos que nosotros poseemos. Uno tiene el «yo» del amor propio adentro, y si alguien exhibe alguno de esos defectos interiores, pues -obviamente- ese alguien «nos cae mal». De manera que, en vez de nosotros estar poniendo objeciones sobre esa persona protestando, riñendo, más bien debemos auto-exploramos, para conocer cuál es ese «elemento psíquico», «que cargamos interiormente y que origina esa antipatía.

Pensamos que si nosotros descubrimos tal «elemento» y lo disolvemos, la antipatía cesa. Pero si nosotros, en vez de investigamos a sí mismos ponemos objeciones, protestamos, «tronamos», «relampagueamos» contra ese alguien, robusteceremos el Ego, el «Yo»; eso es indubitable.

Dentro del mundo del intelecto, no hay duda que siempre estamos poniendo objeciones. Esto produce la división intelectual: se divide la mente, entre tesis y antítesis, se convierte en un campo de batalla que destroza el cerebro. Observen ustedes cómo esas gentes que se dicen «intelectuales», están llenas de extrañas manías, algunos dejan el pelo alborotado, se «rascan» espantosamente, etc., hacen cincuenta mil payasadas; claro, producto de una mente más o menos deteriorada, destruida por el batallar de las antítesis.

Si a todo concepto le ponemos nosotros una objeción, termina nuestra mente riñendo sola. Como consecuencia, vienen las enfermedades al cerebro, las anomalías psicológicas, los estados depresivos de la mente, el nerviosismo, que destruye órganos muy delicados, como los del hígado, corazón, páncreas, bazo, etc. Pero si nosotros aprendemos a no estar haciendo objeciones sino que cada cual piense como le venga en gana, que cada cual diga lo que quiera, terminarán esas luchas dentro del intelecto y en su reemplazo vendrá una paz verdadera.

La mente de las pobres gentes está riñendo a todas horas: riñe entre sí, espantosamente, y eso nos conduce por un camino muy peligroso, camino de enfermedades al cerebro, de enfermedades a todos los órganos, destrucción de la mente muchas células son quemadas inútilmente. hay que vivir en santa paz, sin poner objeciones; que cada cual diga lo que quiera piense lo que le venga en gana. Nosotros no debemos poner objeciones, que así marcharemos como debe ser: conscientemente.

Así que, hay que aprender a vivir.

Samael Aun Weor.