martes, 25 de septiembre de 2012

Contumacia



Contumacia es la insistencia de señalar un error, y por eso, jamás me cansaré de insistir en que la causa de todos los errores es el ego, el mí mismo. No me importa que los animales intelectuales se molesten porque hablo en contra del ego, cueste lo que cueste, seguiré con la contumacia.

Han pasado dos grandes guerras mundiales y el mundo se encuentra al borde de la Tercera Guerra Mundial. El mundo se halla en crisis, por doquiera hay miseria, enfermedades e ignorancia.

Nada bueno nos han dejado las dos guerras mundiales. La primera guerra mundial nos dejó la terrible gripe que mató a millones de personas en el año de 1918. La segunda guerra mundial nos dejó una peste mental peor que la peste de la primera. Nos referimos a la abominable "filosofía existencialista" que ha envenenado totalmente a las nuevas generaciones y contra la cual se promulga la Revolución de la Dialéctica.

Todos nosotros hemos creado este caos social en el que vivimos y entre todos debemos trabajar para disolverlo y hacer un mundo mejor, mediante las enseñanzas que entrego en esta obra.

Desgraciadamente, la gente sólo piensa en su yo egoísta y dice: ¡Primero yo, segundo yo y tercero yo! Ya lo hemos dicho y lo volvemos a repetir: El ego sabotea los órdenes que establece la Psicología Revolucionaria.

Si queremos de verdad y muy sinceramente la Revolución de la Dialéctica, necesitamos primero la transformación radical del individuo.

Son muchas las personas que aceptan la necesidad de un cambio interior radical, total y definitivo, pero desgraciadamente, exigen estímulos e incentivos especiales.

A las personas les gusta que se les diga que van bien, que se les de palmaditas en el hombro, que se les diga bonitas palabras estimulantes, etc.

Son muchas las personas que exigen algún verso muy bonito que les sirva de aliciente, alguna creencia, alguna ideología o cualquier utopía para cambiar.

Hay quienes exigen la esperanza de un buen empleo como aliciente para cambiar. Hay quienes exigen algún buen noviazgo o un magnífico matrimonio que les sirva de aliciente para cambiar.

Nadie quiere cambiar así porque sí, pero sí un buen incentivo para la acción. A la gente le encantan los estímulos. No quieren comprender las pobres gentes que los tales estímulos son muy huecos y superficiales y que, por lo tanto, es apenas lógico decir que no sirven.

Los estímulos, jamás en la vida, nunca en la historia de los siglos, han podido provocar dentro de algún individuo un cambio radical, total y definitivo.

Dentro de toda persona existe un centro energético que no puede ser destruido con la muerte del cuerpo físico y que se perpetúa, para desgracia del mundo, en nuestros descendientes. Ese centro es el yo, el mí mismo, el sí mismo. Necesitamos con suma urgencia inaplazable producir un cambio radical dentro de ese centro energético llamado Yo.

Las palmaditas en el hombro, las bonitas palabras, las bellas lisonjas, los lindos estímulos, los nobles alicientes, etc., jamás podrán producir ningún cambio radical en ese centro energético llamado yo y que está dentro de nosotros mismos.

Si muy sinceramente y de todo corazón queremos un cambio radical dentro de ese centro llamado yo, tenemos que reconocer nuestro estado lamentable de miseria y pobreza interior y olvidarnos de nosotros mismos para trabajar desinteresadamente por la humanidad. Esto significa abnegación, completo olvido de uno mismo y completo abandono del sí mismo.

Es imposible que haya un cambio radical dentro de nosotros mismos si sólo pensamos en llenar nuestras bolsas de dinero y más dinero.

El yo, el mí mismo, quiere crecer, mejorar, evolucionar, relacionarse con los grandes de la Tierra, conseguir influencias, posición, fortuna, etc. Los cambios superficiales en nuestra persona no sirven para nada, no cambian nada y no transforman a nadie ni a nada.

Necesitamos, dentro de cada uno de nosotros, un cambio profundo. Dicho cambio sólo puede realizarse en el centro que llevamos dentro, en el yo. Necesitamos quebrantar como a taza de alfarero a dicho centro egoísta.

Es urgente extirpar el yo para producir dentro de cada uno de nosotros un cambio profundo, radical, total y verdadero. Así como estamos, así como somos, sólo podemos servir para amargarnos la vida y amargársela a nuestros semejantes.

El yo quiere llenarse de honores, virtudes, dinero, etc. El yo quiere placeres, fama, prestigio, etc., y en su loco afán por extenderse, crea una sociedad egoísta en la cual sólo hay disputas, crueldades, codicia insaciable, ambiciones sin límites ni orillas, guerras, etc.

Para desgracia nuestra, somos miembros de una sociedad creada por el yo. Dicha sociedad es inútil, dañina y perjudicial. Sólo extirpando radicalmente el yo, podemos cambiar integralmente y cambiar el mundo.

Si de verdad queremos la extirpación radical del yo, es urgente tener la memoria quieta para que la mente se serene, y luego auto observarnos con calma para conocernos a sí mismos.

Debemos contemplarnos a sí mismos como quien está contemplando y aguantando sobre sí mismo un torrencial aguacero.

Nadie en la vida puede disolver el yo buscando sustitutos, dejando el licor y cambiándolo por el cigarrillo, abandonando a una mujer para casarse con otra, dejando un defecto para reemplazarlo por otro o saliendo de una escuela para otra escuela.

Si de verdad queremos un cambio radical dentro de nosotros mismos, debemos dejar a un lado todas esas cosas que nos parecen positivas, todos esos hábitos viejos y todas esas costumbres equivocadas.

La mente es la sede central del yo. Necesitamos un cambio en la sede central para que dentro de cada uno de nosotros haya revolución verdadera.

Sólo con absoluta abnegación y comprensión de lo que desgraciadamente somos, y sin estímulos o incentivos de ninguna especie, podemos de verdad lograr la extirpación del yo.

Samael Aun Weor.

martes, 18 de septiembre de 2012

"BLUE TIME" O TERAPÉUTICA DEL REPOSO



En el umbral misterioso del Templo de Delfos existía grabada en la piedra viva una máxima griega que decía: NOSCE TE IPSUM, "Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los Dioses". El estudio de sí mismo, la serena reflexión, es obvio que en última instancia concluye en la quietud y en silencio de la mente.

Cuando la mente está quieta y en silencio, no sólo en el nivel superficial, intelectual, sino en todos y cada uno de los 49 departamentos subconscientes, adviene entonces lo nuevo, se desembotella la esencia, la conciencia, y viene el despertar del alma, el éxtasis y el Shamadi.

La práctica diaria de la meditación nos transforma radicalmente. Las gentes que no trabajan en la aniquilación del yo viven mariposeando de escuela en escuela y no encuentran su centro permanente de gravedad, mueren fracasadas sin haber logrado la Autorrealización íntima del Ser. El despertar de la conciencia sólo es posible mediante la liberación y emancipación del dualismo mental, del batallar de las antítesis, del oleaje intelectual.

Cualquier lucha subconsciente, infra-consciente o inconsciente, se convierte en una traba para la liberación de la esencia. Toda batalla antitética, por insignificante e inconsciente que sea ella, acusa, en los infiernos atómicos del hombre, puntos obscuros desconocidos.

Observar y conocer esos aspectos infrahumanos del sí mismo, resulta indispensable para lograr la absoluta quietud y silencio de la mente. Sólo en ausencia del yo es posible experimentar y vivir la Revolución Integral y la Revolución de la Dialéctica.

El "Blue Time" o Terapéutica del Reposo tiene reglas básicas, sin las cuales resultaría imposible emanciparnos de los grilletes mortificantes de la mente. Estas reglas son:

1-RELAJACIÓN: Es indispensable aprender a relajar el cuerpo para la meditación; ningún músculo debe quedar en tensión. Es urgente provocar y graduar el sueño a voluntad. Es evidente que de la sabia combinación de sueño y meditación resulta eso que se llama Iluminación.

2-RETROSPECCIÓN: ¿Qué se busca a través de la retrospección? El animal intelectual, debido a la vida mecánica que vive diariamente, se olvida de sí mismo y cae en la fascinación; anda con la conciencia dormida sin recordar qué hizo en el instante de levantarse, desconociendo los primeros pensamientos del día, sus actuaciones y lugares donde ha estado. La retrospección tiene como finalidad la toma de conciencia de todas las actuaciones o acciones del pasado. Al realizar la retrospección en la meditación, no pondremos objeciones a la mente; traeremos el recuerdo de las situaciones del pasado, desde el instante en el que se inicie la retrospección hasta el momento de la vida que nosotros deseemos. Cada recuerdo debemos estudiarlo sin identificarnos con él.

3-REFLEXIÓN SERENA: Primeramente, hay que hacernos plenamente conscientes del estado de ánimo en el que nos encontramos antes de qué surja cualquier pensamiento. Observar serenamente nuestra mente, poner atención plena en toda forma mental que haga su aparición en la pantalla del intelecto. Es perentorio convertirnos en vigías de nuestra propia mente durante cualquier actividad agitada, y detenernos por un instante para observarla.

4-PSICOANÁLISIS: Indagar, inquirir, investigar la raíz y el origen de cada pensamiento, recuerdo, afecto, emoción, sentimiento, resentimiento, etc., conforme van surgiendo en la mente. Durante el psicoanálisis se deberá examinar, aquilatar e inquirir sobre el origen, causa, razón o motivo fundamental de todo pensamiento, recuerdo, imagen y asociación, conforme van surgiendo desde el fondo del subconsciente.

5-MANTRALIZACIÓN O KOAN: Los objetivos de esta etapa son: a) Mezclar dentro de nuestro universo interior las fuerzas mágicas de los mantrams o koanes. b) Despertar conciencia. c) Acumular íntimamente átomos Crísticos de altísimo voltaje. En este trabajo psicológico el intelecto debe asumir un estado receptivo, íntegro, uni total, pleno, tranquilo y profundo. Con los koanes o frases que descontrolan a la mente se logra el estado receptivo uni total.

6-ANÁLISIS SUPERLATIVO: Consiste en un conocimiento introspectivo de sí mismos. Introvertirnos es indispensable durante la meditación de fondo. En este estado se trabajará en el proceso de la comprensión del yo o defecto que se quiere desintegrar. El estudiante gnóstico se concentrará en el agregado psicológico y lo mantendrá en la pantalla de la mente. Ante todo, es indispensable ser sincero consigo mismo.

El análisis superlativo consta de dos fases, que son:

a) Auto exploración: Indagar en lo profundo de la conciencia y en los 49 niveles del subconsciente cuándo fue la primera vez en la vida que se manifestó el defecto, cuándo la última y en qué momentos es que tiene más fuerza para manifestarse.

b) Auto descubrimiento: Investigar cuáles son los alimentos del yo. Fraccionar y dividir al defecto en varias partes y estudiar cada una de éstas para lograr conocer de qué clase de yoes proviene y qué clase de yoes derivan de él.

7-AUTO-JUICIO: Sentar al defecto en estudio en el banquillo de los acusados. Traer a juicio los daños que ocasiona a la conciencia y los beneficios que traería a nuestra vida la aniquilación del defecto que se está juzgando.

8-ORACIÓN: A la Divina Madre Kundalini, la Madre interior e individual, se le pedirá con mucho fervor. Se le hablará con franqueza e introvertiendo todos los defectos y fallas que tenemos para que Ella, que es la única capaz de desintegrar los yoes, los desintegre hasta su misma raíz.

Resulta agradable e interesante asistir, cada vez que se pueda, a las Salas de meditación (Lumisiales gnósticos) Es imprescindible practicar la meditación siempre con los ojos cerrados a fin de evitar las percepciones sensoriales externas.

Samael Aun Weor

viernes, 7 de septiembre de 2012

El corazón


El devoto debe concentrarse en su corazón, imaginando que allí hay rayos y truenos, nubes que vuelan perdiéndose en el ocaso impulsadas por los fuertes huracanes.

Imagine el gnóstico muchas águilas volando por entre ese espacio infinito que está dentro, muy dentro de su corazón.

Imagine los bosques profundos de la naturaleza, llenos de sol y de vida; el canto de los pájaros y el silbo dulce y apacible de los grillos del bosque.

Duérmase el discípulo imaginando todo esto; imagínese ahora que en el bosque hay un trono de oro donde se sienta la Diosa Kakini, una mujer muy divina.

Duérmase el gnóstico meditando en todo esto. Imaginando todo esto. Practique una hora diaria, y si practica dos o tres o más horas diarias tanto mejor.

Puede practicar sentado en un cómodo sillón, o acostado en el suelo o en su cama, con los brazos y las piernas abiertas a derecha e izquierda en forma de la estrella de cinco puntas. El sueño debe combinarse con la meditación. Debe haber muchísima paciencia.

Con paciencia infinita se logran estas maravillosas facultades del cardias.

Los impacientes, aquellos que todo lo quieren rápidamente, aquellos que no saben perseverar toda la vida, es mejor que se retiren porque no sirven. Los poderes no se consiguen jugando; todo cuesta. Nada se nos da regalado.

Samael Aun Weor