viernes, 23 de agosto de 2013

EL ALIMENTO DE LAS IMPRESIONES


Los alimentos que penetran a nuestro organismo, se dividen en tres categorías. Al primero, al primer tipo de alimento, lo podemos denominar "comida". Incuestionablemente, para los alimentos que entran por la boca y la boca en sí, hay un medio que permite transformar esos principios vitales. Me refiero al estómago. Si no fuera por el estómago, no sería posible la transformación de la primera clase de alimentos. Sin embargo, el alimento que entra por la boca no es el más importante. Bien sabemos cómo se transforman los alimentos mediante la digestión. No hay duda de que en última síntesis, los principios vitales quedan depositados en la sangre y ella los dirige a todos los órganos del cuerpo. Sin embargo, puede alguien permanecer algún tiempo sin comer. Mahatma Gandhi podía permanecer hasta cuarenta días sin comer, y aún más: llegó hasta dos y tres meses sin comer. No es pues, el alimento más importante.

La segunda clase de alimento es el Prana, que entra con el oxígeno dentro de nuestro Cuerpo Físico; es aquél que penetra por las puertas de la respiración, e incuestionablemente, existe un órgano, u órganos especiales para la transformación del alimento que entra por la nariz. Así pues el aire mediante los pulmones, se transforma -naturalmente- en oxígeno, y este oxígeno -en Prana- se deposita posteriormente en todo el torrente sanguíneo.

Es más importante la respiración que el alimento que entra por la boca y va al estómago, porque como ya dije podríamos durar hasta cerca de un mes sin comer, pero no podríamos durar mucho tiempo sin respirar.

Normalmente se puede durar sin respirar un minuto o dos, y algunos llegan hasta tres. Yo también pudiera llegar a permanecer sin respirar durante más de cuatro minutos -por entrenamiento-, pero incuestionablemente, más allá de este pequeño tiempo limitado, si no respiramos morimos. Es pues más importante entonces, en realidad de verdad, la respiración que la comida física.

Y por último existe una tercera clase de alimento, que de hecho es aún más importante. Me refiero, en forma enfática, a las impresiones. Incuestionablemente, no podríamos nosotros durar ni un segundo en la existencia, si no existieran las impresiones. No podemos vivir, ni un segundo, sin recibir impresiones.

Nuestro organismo se nutre, muy especialmente, con las impresiones. Si el aire no hiciera impresión en nuestros pulmones y en nuestra sangre, no viviríamos; si la comida no llegara a impresionar el estómago y vías intestinales, tampoco podríamos vivir.

Así que, las impresiones son fundamentales. Desgraciadamente, a diferencia de la respiración y del primer alimento que entra por la boca y va al estómago, no tenemos en este caso un órgano para "digerir" las impresiones y eso es lamentable. El aire cuenta con los pulmones, la comida cuenta con el estómago, pero las impresiones, ¿con qué órgano cuentan? Pasan a la mente y eso no lo podemos negar, pero no tenemos cómo poder digerir las impresiones, no hay un órgano para la digestión y transformación de las impresiones.

Todos los acontecimientos de la vida llegan a la mente en forma de impresiones, todos los eventos llegan al cerebro en forma de impresiones. La alegría, la tristeza, la esperanza, la desesperación, los problemas, las preocupaciones, etc., llegan a la mente en forma de impresiones. Cualquier circunstancia, cualquier acontecimiento por insignificante que sea, siempre llega a la mente en forma de impresiones.

Repito: desafortunadamente no contamos con un órgano capaz de digerir impresiones, motivo este más que suficiente como para que las mismas se conviertan en agregados psíquicos, esto es, en "yoes". Si no digerimos la mala impresión que recibimos por ejemplo de un insultador, entonces esa impresión se convierte, dentro de nosotros, en un "yo" de venganza. Si no digerimos la impresión que nos provoca una copa de vino, obviamente tal impresión se convierte en un "yo" de la embriaguez. Si no digerimos nosotros la impresión que nos provoca una persona del sexo opuesto, incuestionablemente tal impresión se convertiría, por lo mismo, en un "yo" de lujuria. Si no digerimos la impresión que llegue a la mente, relacionada con una fortuna, obviamente tal impresión puede convertirse en un "yo" de codicia.

Así que, no digerir las impresiones equivale a crear "yoes". Las impresiones no digeridas, repito, se convierten en nuevos "yoes".

Así que, no solamente tenemos los "yoes" que poseemos, esos que traemos de existencias anteriores, sino lo que es peor: estamos creando todos los días nuevos "yoes", y eso es lamentable.

Dejar de crear "yoes", es indispensable. Eso es posible únicamente, digiriendo las impresiones. ¿Y cómo digerirlas? ¿De qué manera, de qué modo? ¿Cómo transformarlas en algo diferente? ¿Sería posible eso? ¡Sí es posible! ¿Cómo? Mediante la Conciencia. Si interponemos entre las impresiones y la mente eso que se llama "Conciencia", las impresiones se digieren.

Las impresiones en sí mismas, son Hidrógeno 48, un Hidrógeno bastante pesado. Digeridas por medio de la Conciencia, se transforman en Hidrógeno 24, que sirve para nutrir al Cuerpo Astral. Ese Hidrógeno 24, a su vez, puede transformarse en Hidrógeno 12 para nutrir al Mental, y por último el Hidrógeno mental, digerido, se transforma en Hidrógeno 6, con el que se nutre el Causal.

Más vale pues, digerir nuestras impresiones con el propósito de transformar el Hidrógeno 48 en alimentos para los Cuerpos Existenciales Superiores del Ser.

Normalmente, las impresiones hieren a la mente y la mente entonces reacciona contra el impacto proveniente del mundo exterior: si nos pegan, pegamos; si nos insultan, insultamos; si nos instan a beber, bebemos, etc.; siempre reacciona la mente contra los impactos provenientes del mundo exterior. Debemos evitar tal reacción, y eso sería posible exclusivamente, interponiendo la Conciencia entre la mente y las impresiones.

¿Habría alguna forma, alguna técnica, algunas prácticas que permitiesen utilizar la Conciencia para interponerla entre las impresiones y la mente? ¿Existe alguna clave que nos permita usar la Conciencia de esa manera, que sea la Conciencia quién reciba las impresiones y no la mente? Porque cuando la Conciencia recibe las impresiones, las digiere inevitablemente, las transforma en algo distinto; pero cuando no es la Conciencia quien recibe las impresiones, sino la mente, entonces sucede que la mente reacciona contra los impactos provenientes del mundo exterior, reacciona violentamente, en forma mecánica.

¿Cómo usar pues, la Conciencia? ¿Cómo utilizarla, de qué modo, a fin de que sea ella -y nada más que ella- la que reciba las impresiones y las transforme? Voy a decirles a ustedes la clave, muy sencilla: jamás olvidarnos de Sí Mismos, de nuestro propio Ser. Porque si uno se olvida de su propio Ser Interior en presencia de un insultador, termina insultando; si uno se olvida de Sí Mismo, de su propio Ser en presencia de una copa de vino, termina borracho; si uno se olvida de Sí Mismo, de su propio Ser en presencia de una persona del sexo opuesto, termina fornicando.

Cuando uno aprende a vivir en estado de alerta percepción, de alerta novedad; cuando uno se acuerda de Sí Mismo de instante en instante, de momento en momento; cuando uno jamás se olvida de Sí Mismo, indubitablemente se va tornando consciente. Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de un insultador, si uno no se olvida de su propio Ser, entonces transforma esas impresiones perversas en Hidrógeno 24, que sirve para fortificar el Cuerpo Astral, y en Hidrógeno 12 para alimentar el Mental y en Hidrógeno 6 para alimentar el Causal; es decir, transforma las palabras del insultador en una fuerza diferente.

Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de una copa de vino, transforma esa impresión -ese Hidrógeno 48- en Hidrógeno 24 y 12 y 6. Si uno no se olvida de Sí Mismo en presencia de una fuerte suma de dinero, transforma esa impresión en Hidrógeno 24, 12 y 6.

Así que, no olvidarse de Sí Mismos es la clave que nos permite manejar inteligentemente la Conciencia. Cuando uno no se olvida de sí mismo interpone, entre la mente y las impresiones, eso que se llama Conciencia.

Lo hermoso es que sea la Conciencia la que reciba las impresiones que vienen del mundo exterior, porque la Conciencia puede transformarlas en algo diferente: en elementos creadores, en elementos superlativos del Ser, en fuerzas diamantinas que sirven para el desarrollo de los Chacras, en múltiples fuerzas que sirven para el desarrollo de ciertos poderes que existen en nuestra constitución interna.

Es necesario, pues, saber que todos los "yoes" que actualmente tenemos, son el resultado de impresiones no digeridas, no transformadas, y esto es lamentable.

Desgraciadamente, las gentes no se recuerdan a Sí Mismas jamás; por eso es que las impresiones llegan a nuestra mente y permanecen así, completamente sin transformar, dando origen como es natural a los agregados psíquicos, a los "yoes". Es necesario disolver los "yoes", pero también es necesario no crear nuevos "yoes". Alguien podría darse el lujo de disolver todos los "yoes", pero si se olvida de Sí Mismo vuelve a crear nuevos "yoes", he ahí lo grave.

La recordación de Sí Mismos, es algo interesante. Cuando uno se recuerda a Sí Mismo, origina fuerzas diferentes a las de sus semejantes: fuerzas distintas, fuerzas que lo hacen a uno un sujeto completamente diferente a los demás. Interesante resulta saber, pues, que quienes crean tales fuerzas son distintos, que hasta sus potencias de vida son distintas. Si colocáramos dos sujetos en un lugar inhóspito, con mala alimentación, mal ambiente, etc.; el uno, que jamás se acuerda de Sí Mismo, que vive una vida mecanicista, y el otro, que siempre se acuerda de Sí Mismo de momento en momento, que siempre está acordándose de su propio Ser, que nunca olvida a su Ser Intimo, pueden ustedes estar absolutamente seguros que el primero moriría prontamente y que el segundo viviría a pesar del ambiente inhóspito, porque está rodeado de fuerzas distintas a los de los demás.

Todo el problema de la liberación se fundamenta en la transformación y la transformación tiene por basamento el sacrificio. Si observamos por ejemplo un huevo -sea el de una serpiente, o sea el de un pájaro-, vemos allí posibilidades latentes, susceptibles de desarrollo. Tales posibilidades se vuelven un hecho mediante la transformación. El fuego de las chimeneas, ese que nos calienta durante los días de invierno, es el resultado de la transformación. La digestión en nosotros, es todo un proceso de transformación mediante el cual es posible existir. La transformación del aire dentro de los pulmones, es otro proceso de transformación, y si queremos transformarnos psicológicamente, necesitamos transformar también las impresiones, es decir, transformar la tercera clase de alimentos.

Repito: todos los acontecimientos de la vida -que llegan a la mente-, vienen en forma de impresiones. Estoy hablándoles a ustedes, reunidos aquí en este salón, en este Lumisial, ¿y qué es lo que está llegando a la mente de ustedes? La impresión, una serie de impresiones: ven a un hombre y lo escuchan. Esas impresiones les están llegando a la mente, y en instantes en que les estoy hablando, ¿están seguros de que están digiriendo esta impresión, esta impresión de ver a un hombre que les está hablando, que les está dando Enseñanzas Esotéricas? ¿Ya están ustedes en proceso de digestión de lo que están recibiendo, o no? Si ustedes no están en el proceso de digestión o de transformación de esta impresión, la de ver frente a ustedes a Samael Aun Weor, hablándoles, están perdiendo el tiempo lamentablemente. ¿Por qué? Porque no están digiriendo las impresiones, porque no las están transformando. Si no se digiere, no se transforma. En la ciencia de las transformaciones, existe la digestión de las impresiones.

¿Cómo hacen ustedes para digerir esta impresión? Me ven ustedes aquí, dando una cátedra, y no deben olvidarse de su propio Ser, que sea el Ser quien reciba las impresiones, pasar toda la enseñanza al Ser, escuchar con el anhelo de llegar al Ser.

Si digieren las impresiones, comprenderán mejor la enseñanza. Si no proceden así, están perdiendo el tiempo y la cátedra esta resultaría totalmente inútil. De manera que debemos empezar con hechos, porque aquél que escucha la palabra y no la hace, es semejante al hombre que se mira en un espejo y luego da la espalda y se retira. No basta pues, escuchar la palabra; hay que "di-ge-rir-la" y eso es precisamente lo fundamental.

¡Vean ustedes cuán importante es ese evento que se llama "impresiones"! No podemos vivir ni un segundo sin las impresiones, ni una milésima de segundo.

Así pues, vale la pena transformarlas en algo distinto: en poderes, en luz, en fuego, en armonía, en belleza. Mas, si no las transformamos -repito, aunque me haga cansón con la repetición-, se convierten sencillamente en nuevos agregados psíquicos, en nuevos "yoes".

Es necesario que seamos más reflexivos. ¿Qué somos nosotros, en realidad, de verdad? Así como nos encontramos, sin digerir impresiones, creando nuevos "yoes" de segundo en segundo, de instante en instante, no somos más que simples máquinas controladas por los agregados psíquicos.

Vivimos en un mundo de gran actividad, donde todos creen que hacen y nadie hace nada: todos nos su-ce-de, como cuando llueve, como cuando truena. ¿Por qué? Sencillamente porque no tenemos encarnado el Ser. Sólo el Ser puede hacer; él hace y el verdadero Hombre es el Ser; pero si la máquina actúa, actúa algo que no es el Ser: está actuando un robot programado con una computadora maravillosa que se llama "cerebro", está actuando mecánicamente. Entonces no está haciendo, está actuando -una cosa es hacer y otra es actuar-. Cualquier máquina actúa, se mueve, anda, cumple sus funciones, porque es máquina y está programada para cumplir sus funciones, pero hacer es algo distinto: sólo el Hombre puede hacer y el Hombre verdadero es el Ser. Distíngase entre el Hombre verdadero, que es el Ser, y la máquina, la máquina no es el Ser.

Repito: el animal intelectual es un robot programado y su cerebro es una computadora maravillosa, una computadora que se sostiene a sí misma, una computadora que matemáticamente calcula, con exactitud precisa; una computadora que registra las ondas visuales y las ondas sonoras, que registra lo exterior y lo interior, que se abastece a sí misma. Es una computadora "de primera", maravillosa, pero es eso y nada más que eso: una computadora.

Después de esa computadora viene el organismo físico y la computadora lo utiliza para ir y venir, etc. Tal computadora está en manos del Ego, no del Ser, y el Ego es el resultado de muchas impresiones no digeridas. Entonces lo que actúa aquí, en este mundo doloroso en que vivimos, es una máquina provista de una gran computadora. Aquí no está actuando el Ser, sino la máquina. Podemos decir que la máquina es humana y el Ser es el Ser.

Pero, ¿qué es, en realidad de verdad, eso que llamamos "vida"? Ciertamente, es como una película. Sí, y cuando llega la hora de la muerte, regresamos al punto de partida de esa película y nos la llevamos para la eternidad. Al retornar, al regresar con este Ego, uno lo hace con su película. Al reestructurarse con un nuevo organismo, uno proyecta nuevamente su película en la pantalla de la existencia. ¿Y qué proyecta? Su vida. ¿Cuál? La de siempre, la misma que tuvo en la existencia anterior; es decir, repite lo mismo que hizo en la pasada existencia y en las pasadas existencias. Todo eso que uno proyecta, de hecho está programado -desde el nacimiento- en el cerebro.

De manera que somos robots programados. El Ser no interviene para nada en toda esa tragedia, él no se mete en esos asuntos. El Ser de cada uno de nosotros se mueve libremente en la Vía Láctea.

Existen y viven aquí, en este "valle" doloroso de la vida, un montón de sombras, provistas de organismos físicos. ¿Y qué hacen esos organismos? ¡Nada! Se mueven mecánicamente, de acuerdo con el programa que ha sido depositado en el cerebro; no digo solamente en el cerebro físico, sino en los tres cerebros: en el intelectual, en el emocional y en el motor. Y el Ser, ¿qué hace mientras nosotros estamos aquí sufriendo, pasando trabajos, llorando, pasando trabajo para conseguir con qué pagar la renta, con qué comprar un traje, etc.? El vive dichoso en la Vía Láctea, se mueve libremente en la Vía Láctea. Entonces, ¿qué es esta dolorosa existencia que nosotros llevamos? ¡Pura ilusión, algo vano! Con justa razón dicen los hindúes que este mundo es sólo Maya, que este mundo es ilusorio, que no tiene ningún valor.

Necesitamos, repito, tener existencia real, porque todavía no la tenemos. ¿Alguno de ustedes se preciaría de tener existencia real? ¿Cuál de ustedes tiene existencia real? No me digan que verdaderamente la tienen. Yo no veo aquí sino máquinas que se mueven, máquinas programadas, robots programados, nada más. Claro, siempre necesitamos dejar de ser robots, y podemos dejar de serlo. Pero para dejar de serlo, necesitamos eliminar todos los agregados psíquicos, eso es obvio.

Así que, ustedes ya saben que tenemos que eliminar los agregados psíquicos, mas saber esto no es todo. Necesitamos dejar de crear nuevos agregados y diariamente los estamos creando, al no digerir las impresiones. Necesitamos digerir las impresiones, transformarlas en fuerzas distintas para no crear nuevos "yoes", y necesitamos digerir las viejas impresiones, las que dieron origen a los "yoes" que actualmente tenemos. Eso es posible a través de la reflexión, de la auto-reflexión, y de la eliminación. Cuando uno digiere las viejas impresiones que están depositadas en los cinco cilindros de la máquina -en forma de hábitos, emociones inferiores, pensamientos negativos, instintos depravados, abusos sexuales, etc.-, entonces desintegra esos elementos inhumanos, lo cual es obvio.

Así que, no solamente hay que digerir las nuevas impresiones que llegan a la mente, sino también las viejas impresiones. Y se digiere -repito y aclaro- auto-observándonos de instante en instante, de momento en momento.

Necesitamos ejemplos y los voy a poner. Supongamos que de pronto, estamos celosos. Un hombre descubrió que su mujer tiene otro hombre, y claro, el "yo" de los celos saltó ahí. ¿Qué hacer? Descubierto, hay que comprenderlo, eso es obvio. La Ley de Recurrencia dice que en una pasada existencia, el mismo triángulo existió. Así pues, esos celos que se sienten se deben a una impresión no digerida, no transformada. Si luego uno trata de digerir aquélla impresión, dijéramos, de transformarla en algo diferente; si uno por medio de la reflexión llega a la conclusión de que los celos son absurdos, de que no tienen sentido real, entonces hace la digestión de esa mala impresión que viene desde los antiguos tiempos. Cuando uno hace esa digestión, pues está en las mejores posibilidades para la desintegración del Ego. Solo faltaría la súplica, la súplica a Devi Kundalini Shakty para que sea élla la que desintegre ese Ego -resultado de una impresión no digerida-, y al fin ese Ego de los celos se vuelve polvo.

Supongamos que nos peleamos con otra persona, porque no nos quiere devolver un dinero que nos hace falta, incuestionablemente se trata de una impresión no digerida. Si en el momento en que fuimos a cobrar el dinero no nos lo quiso pagar el deudor y sentimos una gran contrariedad y el deseo de pelear con ese caballero, entonces debemos ser lo suficientemente comprensivos para al llegar a casa meditar, y así, estando en paz, por medio de análisis reflexivos hacer la digestión de esa mala impresión. No hay duda de que la Ley de Recurrencia ha trabajado ahí, se dio el mismo caso: le prestamos a ese mismo señor determinada cantidad de dinero y no nos lo regresó. Y en la antepasada se dio el mismo caso y en la trasantepasada lo mismo, y siempre ha sucedido lo mismo, y debido a eso fabricamos un "yo" de odio contra ese caballero. Ahora habrá necesidad de digerir completamente esa mala impresión -que viene de un remoto pasado y que se ha convertido en un "yo"-, digerirla a través de la reflexión, comprendiendo que esto del dinero es vano, ilusorio, y que a la hora de la muerte no nos llevamos ni un centavo para la eternidad. Cuando ya nos hemos hecho conscientes de eso, entonces suplicamos a Devi Kundalini Shakty que desintegre ese Ego -que no es más que el resultado de una serie de impresiones no digeridas-, y es claro que la Madre Divina lo volverá polvo y quedaremos libres de esa mala impresión.

Todos nuestros "yoes" no son sino el resultado de impresiones no transformadas, no digeridas. Desintegradas tales impresiones no digeridas, las fuerzas aquéllas de las impresiones se transforman en algo distinto: en Hidrógeno 24, 12 y 6, y queda uno limpio.

Así que las impresiones pasadas y presentes deben ser transformadas en fuerzas cósmicas y esto es posible no olvidándonos de Nosotros Mismos, no olvidándonos de nuestro propio Ser. Cuando uno no se olvida de Sí Mismo, cuando uno vive en estado de alerta percepción, de alerta novedad, entonces transforma esas impresiones en algo distinto.

Si alguien consigue transformar la totalidad de sus impresiones, será un verdadero Bienaventurado, porque el Ser quedará en él y él en el Ser, y entonces tendrá existencia real; entonces sí podrá hacer, porque tendrá al Ser encarnado.

Así como estamos, no somos sino robots programados. Esas impresiones sin digerir quedaron depositadas en nuestros tres cerebros y se repiten aquéllas impresiones de instante en instante, de momento en momento y durante toda la vida. Esa es la mecánica de la Ley de Recurrencia: una repetición de viejas impresiones. ¿Creen ustedes que eso es agradable: ser máquinas, hacer el papel de robots, no tener al Ser encarnado, vivir así como sombras, en este "valle de lágrimas"? ¿Creen ustedes que vale la pena tener una existencia así? ¿Y qué somos? ¡Sombras miserables, robots programados, programados por las viejas impresiones del pasado! Todas las impresiones de nuestras pasadas existencias que quedaron sin digerir, han sido depositadas en nuestros tres cerebros y ahora se repiten mecánicamente. De manera que parecemos verdaderos robots, somos robots, moviéndonos mecánicamente en este "valle de lágrimas".

¿Hasta cuándo van a querer ustedes vivir convertidos en robots? ¿Hasta qué año, hasta qué fecha? Reflexionen en esto, mis queridos hermanos, porque verdaderamente es una lástima ser robot.

martes, 13 de agosto de 2013

El Camino de Santiago de Compostela










El amor, el miedo y el respeto


EL MIEDO y la DEPENDENCIA suelen confundirse con el AMOR más no son AMOR.

Los alumnos y alumnas dependen de sus padres y maestros y es claro que les respetan y temen a la vez.

Los niños y niñas, los jóvenes y señoritas dependen de sus padres para aquello del vestido, la comida, el dinero, el albergue, etc. y a todas luces resulta claro que se sienten protegidos, saben que dependen de sus padres y por ello les respetan y hasta les temen, pero eso no es AMOR.

Para muestra de lo que estamos diciendo podemos verificar con entera exactitud que todo niño o niña, joven o señorita, le tiene más confianza a sus amiguitos o amiguitas de la escuela, que a sus mismos padres.

Realmente los niños, niñas, jóvenes y señoritas hablan con sus compañeritos y compañeritas, cosas intimas que jamás en la vida hablarían con sus mismos padres.

Eso nos está demostrando que no hay confianza verdadera entre hijos y padres, que no hay verdadero AMOR.

Se hace URGENTE comprender que existe una diferencia radical entre el AMOR y eso que es respeto, temor, dependencia, miedo.

Es URGENTE saber respetar a nuestros padres y maestros, pero no confundir el respeto con el AMOR.

EL RESPETO y el AMOR deben estar ÍNTIMAMENTE UNIDOS, más no debemos confundir al uno con el otro.

Los padres temen por sus hijos, desean para ellos lo mejor: una buena profesión, un buen matrimonio, protección, etc. y confunden a ese temor con el verdadero AMOR.

Se hace necesario comprender que sin AMOR VERDADERO es imposible que los padres y maestros puedan guiar a las nuevas generaciones sabiamente aun cuando haya muy buenas intenciones.

Samael Aun Weor