EL BIEN y el MAL no existen. Una cosa es buena cuando nos conviene, y mala cuando no nos conviene. EL BIEN y el MAL es cuestión de conveniencias egoístas y caprichos de la mente.
El hombre que inventó los fatídicos términos BIEN y MAL fue un Atlante llamado MAKARI KRONVERNKZYON, miembro distinguido de la Científica Sociedad AKALDAN, situada en el sumergido continente Atlante.
Jamás sospechó el viejo sabio Arcaico el daño tan grave que iba a causar a la humanidad, con el invento de sus dos palabritas.
Los sabios Atlantes estudiaron profundamente todas las fuerzas EVOLUTIVAS, INVOLUTIVAS y NEUTRAS DE LA NATURALEZA, pero a éste viejo sabio se le ocurrió la idea de definir las dos primeras con los términos BIEN Y MAL. A las fuerzas de tipo EVOLUTIVO las llamó buenas y a las fuerzas de tipo INVOLUTIVO las bautizó con el término de malas. A las fuerzas neutras no les dio nombre alguno.
Dichas fuerzas se procesan dentro del hombre y dentro de la naturaleza siendo la fuerza neutra el punto de apoyo y equilibrio.
Muchos siglos después de la sumersión de la ATLÁNTIDA con su famosa POISEDONIS de la cual habla Platón en su República, existió en la civilización oriental TIKLYAMISHAYANA un sacerdote antiquísimo que cometió el gravísimo error de abusar con los términos BIEN y MAL utilizándolos torpemente para basar sobre ellos una moral. El hombre de dicho sacerdote fue ARMANATOORA.
Con el devenir de la historia a través de los innumerables siglos, la humanidad se vició con estas dos palabritas y las convirtió en el fundamento de todos sus códigos morales. Hoy en día éstas dos palabritas las encuentra uno hasta en la sopa.
Actualmente hay muchos REFORMADORES que quieren la RESTAURACIÓN MORAL pero que para desgracia de ellos y de éste afligido mundo tienen la mente embotellada entre el BIEN y el MAL.
Toda moral se fundamenta en las palabritas BIEN y MAL por eso todo REFORMADOR MORAL es de hecho un REACCIONARIO.
Los términos BIEN y MAL sirven siempre para JUSTIFICAR o CONDENAR nuestros propios errores.
Quien justifica o condena no comprende. Es inteligente comprender el desarrollo de las fuerzas EVOLUTIVAS pero no es inteligente justificarlas con el término BUENAS. Es inteligente comprender los procesos de las fuerzas involutivas pero resulta estúpido condenarlas con el término de MALAS.
Samael Aun Weor
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