(Publicado en el número 52 de la revista digital gnóstica La Sabiduría del Ser)
El Libro tibetano de los muertos “Bardo Todhol” es una lectura para los interesados en los misterios de la vida y de la muerte, porque si bien sus palabras guían al fallecido para no caer en los peligros de un nuevo retorno en matrices no aptas para el desarrollo espiritual, también nos enseñan al buen vivir a través de la comprensión de los defectos practicando regularmente la meditación. Si en vida los defectos psicológicos nos abruman, no podremos liberarnos de ellos después de la muerte.
Nos dice también este texto tibetano, que en el proceso de la muerte del cuerpo físico, el difunto se sentirá desplazado hacia arriba, hacia abajo y hacia los lados, tendrá visiones de vientos huracanados, de ventiscas, tormentas de granizo y densas nieblas.
Se verá perseguido por una muchedumbre e intentará hallar un refugio, etc. Todas estas visiones que se tengan son solo proyecciones de la propia mente, son los defectos a los cuales se verá enfrentado después de la muerte del cuerpo físico. Al mismo tiempo verá una serie de luces de colores centelleantes que le intimidan, el fallecido se enfrenta por un lado a la luz brillante de la consciencia y al mismo tiempo afronta la luz tenue y opaca de colores nublados, con visiones aterradoras que no son sino el reflejo de su propia naturaleza egoica. Debido a la cólera, el odio, el orgullo, el deseo, la avaricia, la envidia, los celos, la vanidad, la pereza, etc. huye de la luminosa luz de colores resplandecientes, quedando atado a una nueva existencia debido a sus acciones negativas o bien a ingresar a los reinos inferiores de la naturaleza.
La doctrina de los muchos de origen tibetano enseña la complejidad del ego y su aniquilación a través de la muerte de los defectos psicológicos. La “Aniquilación Budista” que dejó el Budha hace aproximadamente 2,500 tiene como finalidad obtener la liberación de la rueda del Samsara (ciclo de nacimientos y muertes) para llegar a la “Iluminación”.
La envidia es desear los bienes ajenos, sentir pesar, dolor, tristeza por lo que otros tienen, por ello envidiamos la casa, el coche, la pareja del vecino, del amigo, inclusive del hermano, pero por otra parte igual se envidian cualidades y poderes que los demás tienen.
Algunos ejemplos de la manifestación de éste defecto son:
ü Complejo de inferioridad, las personas al compararse con las demás, se sienten inferiores, creen que no tienen buenas características y critican a otros.
ü Competitivo, si le gana su contrincante, se produce envidia. Algunos profesores se sienten superiores al estudiante y se molestan cuando éste tiene buenas calificaciones.
ü La envidia nos conduce a los celos, a herir, blasfemar, calumniar, a guerrear e inclusive hasta matar.
ü Por envidia somos altivos, presumidos, orgullosos.
ü Emitimos juicios falsos.- Juzgamos a los demás en forma equivocada.
ü Por envidia codiciamos.- Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. (Santiago 4:2)
ü Lo opuesto de la envidia es la benevolencia, el altruismo, la ayuda a los demás en forma consciente y desinteresada, etc. como lo dice la 1ª. Carta a los Corintios 13:4. La caridad es sufrida, es dulce y bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitada ni temerariamente, no busca sus intereses, no se ensorbece, (5) no es ambiciosa, no busca sus intereses, no se irrita, ni piensa mal, (6) no se huelga de la injusticia, complácele sí, en la verdad…
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